Es la libertad...

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12 agosto 2009

INJUSTICIA




Un perro “mestizo” de unos 18 años murió el último sábado en la ciudad de Esperanza, luego de pasar una década preso, acusado de morder a un chico de 7 años. Estuvo alojado en el destacamento Nº 1 La Orilla, donde con el tiempo se transformó en el preso más famoso del barrio.

La mala noticia trascendió ayer, cuando la oficina de prensa de la Unidad Regional XI del departamento Las Colonias dio cuenta del deceso de “Chiquito”. Estaba acusado por el delito de “lesiones leves culposas” y había sido trasladado desde la Comisaría 2º de San Carlos Centro, donde las condiciones del presidio no habrían sido las óptimas para el mamífero.

La policía sancarlina hizo tratativas para que la Protectora de Animales tomara cartas en el asunto, pero como se trataba de un can con personalidad violenta acabó bajo la custodia de la Sección Perros del departamento Las Colonias. Con el traslado de dicha dependencia, el imputado se quedó sin compañeros, pero pasó a ser el chico mimado del calabozo, mientras aguardaban la orden judicial que le devolviera su ansiada libertad.

“Chiquito” había llegado a La Orilla “en carácter de secuestro”. Estaba a disposición de la Justicia Correccional de Santa Fe, luego de que un juez de Instrucción derivara la denuncia en 2003. Con los años se convirtió en la mascota del destacamento y hasta llegaron a decir que “para los agentes era un miembro de la familia policial”.

Viejo y enfermo

La amistad con los uniformados le permitió ganar algunas concesiones a su régimen de encierro e incluso hubo vecinos que lo recordaron visitando a alguna novia durante sus “salidas transitorias”. Lo cierto es que “Chiquito” cumplía a rajatabla con la “palabra jurada” y regresaba a su celda donde lo esperaba un suculento tazón con alimento balanceado, o las sobras de la comida del personal.

Pronto su fama trascendió los límites del vecindario, cuando se supo que llevaba diez años preso, pero sin condena, por un delito para el cual la ley prevé una pena ínfima. Tan vez su falta de pedigree lo privó de una defensa digna, que hiciera valer su derecho animal, e incluso recusar al juez por infracción a la Ley Sarmiento a causa de la injustificada demora.

Lo cierto es que “Chiquito” se murió una tarde, acuciado por cuestiones propias de la vejez, y porque “estaba enfermo desde hacía tiempo”, confirmó Mónica, su veterinaria de cabecera. La doctora esperancina fue una de las primeras en ser convocada “para que se efectúe la certificación médica correspondiente por el deceso del animal”, reseña el parte de presa oficial.

Además, dado que se trataba de un animal judicializado, “se solicitó colaboración al personal del grupo técnico criminalístico de esta unidad regional a los fines de tener vistas fotográficas pertinentes”, que serán agregadas a su prontuario.

Desde el punto de vista penal, con su fallecimiento el delito queda extinto, pero su recuerdo perdurará en la memoria colectiva del barrio La Orilla, y de los policías del destacamento que a pesar de sus gruñidos lo cuidaron tanto


TANTO VILLERO, CHORRO, ASECINO, VIOLADOR Y DEMÁS LACRA SUELTA...

MIS DESEOS DE UNA VIDA PROSTÁTICA PARA LOS HIJOS DE PUTA QUE HICIERON ESTO, Y QUE SE LES MUERAN LOS HIJOS EN LOS BRAZOS (SI ESTOY CALIENTE)

ECHALE LA CULPA A OTRO

1 comentario:

Conta Dora dijo...

Debe ser el único presidiario que cumplió con una prisión perpetua :(

Besos!